martes, 29 de noviembre de 2011

LA PEDAGOGÍA COMO PRÁCTICA POLÍTICA. Ponencia presentada en la cátedra de PEDAGOGÍA, UNQuilmes, profesora Cecilia Elizondo, semestre de primaverra de 2011

La pedagogía, disciplina que podemos definir como el estudio del sujeto escolarizado, nació junto con las sociedades burguesas y el capitalismo. Es ineludible pensarla en relación a la sociedad, pues cuando se decidió disciplinar los cuerpos y las mentes para el trabajo en las fábricas, aparecieron las escuelas para la educación de los niños, en su variante pansófica (Comenio) y en su variante clasista (Locke).  No es banal indagar en las convicciones religiosas que cada uno portaba: Comenio pertenecía al luteranismo, y para esta religión, todo hombre es sacerdote: se trata de la doctrina del sacerdocio universal; en el caso de Locke, que era anglicano, el carácter sumamente clasista de esta religión, que comparte en grado sumo con la iglesia católica la idea  de una casta sacerdotal: se trata de la doctrina del sacerdocio particular. Entonces en el tipo de sociedad estratificada y clasista que imaginaron las iglesias católica y anglicana ¿quiénes iban a ser los destinatarios del saber? Pues los sacerdotes y  las castas privilegiadas.
En el paradigma luterano, los sujetos del saber serán todos y el objeto a transmitir todo el conocimiento posible. Tomemos nota de que el luteranismo fue atravesado por la Ilustración, mientras que el catolicismo y el anglicanismo no lo fueron.
En síntesis,  la escolarización que como tal aparece junto a la burguesía como clase dominante y al capitalismo como modo de producción, desde el principio tuvo un modelo que propiciaba la inclusión y otro que propiciaba la exclusión (o al menos, la reproducción de las desigualdades).
En nuestro país predomina el modelo incluyente que diseñó  el checo Jan Comenios, un obispo luterano del siglo XVII. Como sabemos, prácticamente todo los que nos aparece como “la escuela” moderna: desde el aula, el libro de texto, la gradualidad, y es más, en nuestro país la gratuidad de la enseñanza como una carga que el Estado debe asumir para garantizar la educación de los pobres, viene del diseño de la escolaridad que escribió en su Didáctica Magna este autor.
Al hecho de que un discurso sobre la educación de tan larga data, se lo vea naturalizado aun cuatro siglos después, se lo ha denominado “transdiscursividad”. Es preciso notar que con este concepto, se iluminan ciertas cuestiones, pero se borran otras, como el carácter incluyente de la escuela pública sostenida por el Estado, que el luteranismo, una religión iluminista, impregnó a esta dimensión pedagógica del capitalismo.
En cambio, en el modelo Británico de Locke, los niños pobres, hijos de obreros, no tenían derecho a una educación integral, sino sólo en oficios. Incluso desde los tres años de edad en las parroquias que los albergaban debían aprender un oficio y trabajar nos sólo para disciplinarse hacia un futuro cantado de obreros manuales, sino para sostener con su trabajo a las mismas parroquias. Esta imagen nos muestra a todas luces que la idea de la escolarización de Locke privilegiaba el sentido de “propiedad” antes que el de la  “libertad” (una aclaración no banal dado que Locke es el padre fundador del liberalismo moderno y sus libros fueron los predilectos de los partisanos de la UCEDÉ para que el ingeniero Alsogaray los autografiara en cada una de sus  conferencias).
¿Vale la pena acentuar que son posiciones pedagógicas ideológicamente diferentes desde el punto de vista político? Creo que sí, porque muchas veces, con la metáfora de que la escuela comeniana fue el comienzo del dibujo de una “institución de secuestro”, y los análisis que ponen el acento en que aún pública y laica las escuelas reproducen la desigualdad, se pierde el potencial enorme de las diferencias entramabas concepciones.
 El luteranismo, un emergente de la Modernidad, tan vapuleada hoy por los pensadores posmodernos, cuyas críticas al poder se quedan en meras críticas a dispositivos discursivos, olvidando que la clave del capitalismo es la fetichización  de la mercancía y de allí la fetichización de todas relaciones. En términos menos marxistas o freudianos, podríamos incluso usar el término “naturalización del dominio”.
Hoy, cuatro siglos después de estos primeros esbozos de la pedagogía del modo de producción  capitalista,  mientras asistimos a una nueva crisis del mismo, sin saber si se recuperará como hasta hoy lo ha hecho, como un ave fénix de las cenizas. Todavía nos cabe enfatizar que la educación, aun en al capitalismo, puede ser absolutamente clasista y excluyente, como en el modelo de Locke, o puede ser inclusiva, como en el modelo de Comenios.
Escribe Slavoj Zizek:
Podemos describir a este capitalismo tardío en el que vivimos, como un estado de crisis financiera permanente que legitima los pedidos de recorte del gasto social, de la asistencia médica, del apoyo a la investigación cultural y científica.  En síntesis se trata del desmantelamiento del Estado de Bienestar ¿pero acaso esta crisis permanente es un rasgo objetivo de nuestra vida socioeconómica? ¿No se trata más bien de uno de los efectos de la ruptura del equilibrio en la “lucha de clases” hacia el capital, que es el resultado del papel creciente de las nuevas tecnologías y de la internacionalización directa del capital, con la consecuente disminución del rol del Estado-Nación, que tenía más posibilidades de imponer ciertas condiciones mínimas y ciertos límites a la explotación? (…) incluso un intento modesto para resdistribuir la riqueza más allá del límite aceptable para el capital conduce “efectivamente” a crisis económica, inflación caída de ingresos, etc. De cualquier forma uno siempre debe tener en cuenta que entre la “causa” (el gasto social creciente) y el “efecto” (la crisis económica) no hay una relación causal objetiva directa: ésta siempre se halla inserta en una situación de lucha y antagonismo social. El hecho de que si uno no obedece los límites impuestos por el capital “verdaderamente se desencadena” una crisis, no “prueba” en modo alguno que esos límites sean una necesidad objetiva de la vida económica. Más bien debería verse como una prueba de la posición privilegiada que tiene el capital frente al trabajo, en la lucha económica y política, como ocurre cuando un compañero más fuerte te amenaza con que si hacés X, vas a ser castigado por Y, y luego, cuando estás haciendo X, efectivamente resulta Y.[1]
Esta descripción de un capitalismo salvaje,  a quienes abogamos por una democracia radical y una educación inclusiva,  no puede dejarnos inermes con la excusa de que el capitalismo siempre resucita de sus cenizas.  Sea lo que fuere del capitalismo  que cruza nuestras subjetividades desde hace 4 siglos, lo cierto es que en esta etapa viene por la educación pública, única garantía de promover una educación igualitaria e inclusiva, de formar ciudadanos que promuevan el cambio y la verdadera libertad.
          El Gobierno Autónomo de la Ciudad de Buenos Aires, va por ese camino: los montos que dedica a subvencionar a la educación privada están igualando a lo que se dedica a la educación pública obligatoria en general. De modo que los colegios públicos de Buenos Aires se están transformando en un “aguantadero” de niños y adolescentes pobres, a quienes se quiere transmitir una educación “universal” sin tener en cuenta sus trayectorias socio culturales previas: la pobreza, la inmigración, la explotación, y hasta el maltrato de la sociedad a ellos e incluso de los propios padres agobiados por la explotación y el cansancio. Para la enorme cantidad de niños y adolescentes que asisten a los colegios públicos de la ciudad de Buenos Aires, los nombramientos docentes son cada vez menos y próximamente, las Juntas Calificadoras, integradas por docentes y sindicatos, serán reemplazadas por una elección a dedo desde el gobierno de turno.
¿Asistiremos así  a la emergencia de unas nuevas escuelas de oficios para los hijos de los inmigrantes pobres y de los argentinos pobres, como lo soñaba Locke, lo que  tal vez esté en el imaginario del Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y toda su claque denominada PRO?
Las condiciones están dadas para que un quiebre clasista en la concepción de la sociedad argentina (históricamente  la más democrática socialmente  de Latinoamérica) comience en la Capital Federal: desde que se descentralizó del Estado Nacional el diseño curricular y los contenidos dejándolos a merced de los Estados provinciales;  y desde que el sueldo de los docentes de la ciudad de Buenos Aires, una de la ciudades más caras del mundo, es la tercera parte de los sueldos docentes de la Provincia de Buenos Aires, en términos nominales.
Es hora de que comencemos a trabajar para lograr una igualdad que incluya un diversidad[2] pluricultural, o sea que incluya las diferencias dentro de la igualdad (contra la interculturalidad que esconde el etnocentrismo “al no poder realizarse en  condiciones ideales de diálogo libre entre iguales”[3]). Al respecto escribe Ramón Flecha:
(…) Se parte del cuestionamiento de los principios modernos de la igualdad, libertad y fraternidad universales. La relación entre culturas en los dos últimos siglos en el marco de la modernidad es considerada como una dinámica de destrucción de culturas, identidades, pueblos y personas (…) la escuela es considerada como un arma crucial en ese proceso de exclusión y destrucción. [4]
Esta crítica clásica al mecanismo reproductor de las desigualdades que propicia la escuela, tal como la vemos, nos obliga a repensar la pedagogía en términos de una igualdad que no destruya las diferencias, un desafío para quienes luchamos por el objetivo de una igualdad educativa, habida cuenta de conservar un delicado equilibrio ente igualdad y diversidad porque: si hay más igualdad y menos diversidad se tiende al consumo desigual de un modelo homogéneo de cultura; por el contrario si hay menor igualdad y mayor diversidad, se termina trabajando a favor de los efectos exclusores que de los igualadores.
El tema es complejo, pero ineludible pensarlo. La mundialización del capital financiero montada sobre la ilusión de un “capitalismo libre de fricción” que ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación,  donde aparece una ideología del capitalismo del ciberespacio, como un medio e intercambio transparente, sin  el lastre de materialidad[5], puede confundirnos y llevarnos a pensar que los TICs son una herramienta de igualación y no de reproducción de las desigualdades, como de hecho lo han sido en  este capitalismo tardío que vivimos. Así, como los flujos de poblaciones pueden hacernos creer que el etnocentrismo desaparece en el mundo globalizado y que al multiculturalismo reinante se lo puede resolver fuera de la escuela.
Toda intervención es política. Toda pedagogía es una intervención política, de derechas o de izquierdas. Quienes buscamos el objetivo de la igualdad educativa, debemos entender que ésta es una parte de la igualdad social, en una sociedad que se va complejizando con actores de diferentes culturas a quienes debemos el derecho a la ciudadanía. Por ello es imprescindible no cerrar la escuela en sí misma sino abrirla a la lucha cultural de los nuevos movimientos sociales. Comprometidos con la transformación social, los educadores debemos ser agentes sociales militantes fuera de la escuela también. Debemos ser intelectuales, curiosos, creativos, para lograr nuevas prácticas y teorías alternativas que nos sirvan para nuestro objetivo de una democracia radical.
Sabemos que el oponente es muy poderoso: nada menos que el capital financiero etnocéntrico, excluyente, sexista,  clasista y privatista. Pero juntos y comunicados seremos más que él. Con ello, quiero decir, es posible militar en el barrio, fuera de la escuela. También introducir el barrio y la militancia en la escuela.  Leer y transmitir las lecturas, ayudar a producir escrituras de los otros que hablen sobre sus identidades, deseos y faltas. De la praxis surgirán los conceptos que nos posibiliten la integración y el crecimiento de nuestros mejores valores.
Solo podemos encontrar las respuestas en la acción y tal vez de ese modo podamos impedir que nuestra escuela pública se transforme en reproductora de pobres, tal como parece venir la mano en la ciudad autónoma de Buenos Aires. En las condiciones de crisis de este capitalismo tardío, la pedagogía tiene que incorporar la militancia por la igualdad en la diversidad de manera ineludible.  

Mario Cardoso
Legajo 24.128
DNI 11.897.711


[1][1] ZIZEK, SLAVOJ, Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo multinacional en FREDRIC JAMESON, Estudios culturales: reflexiones sobre el multiculturalismo. Buenos Aires, PAIDOS, 2008
[2] Flecha, Ramón. Las nuevas desigualdades Educativas, en Nuevas perspectivas críticas en educación. Paidós Educador. Material de la Cátedra.
[3] Ibídem Pág. 72
[4] Ibídem Pág 71
[5] Zizek, Slavoj, Obra citada, Pág. 154

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